viernes, 10 de junio de 2016

El Neo Liberalismo en Colombia.

El modelo neoliberal impuesto en las ultimas décadas en Colombia no es más que el dominio del capital financiero internacional a nuestra nación, por medio de las agencias multilaterales el BM, el FMI y la OMC, los grandes monopolios imperialistas que controlan la economía mundial junto con sus países imperialistas. La presencia de cada vez más poderosos grandes monopolios (multi y trasnacionales) en todas las actividades productivas y de servicios como la minería, energía, agronegocios, agroforestales, agro combustibles, bancos, instituciones financieras, fondos de pensiones, construcción e inmuebles, educación, salud, recreación, turismo y compra venta de la tierra rural y urbana atenta con la soberanía del pueblo colombiano .
Las empresas extranjeras y las clases dominantes y capitalistas de este país explotan y depredan las fuentes de vida, energía, minerales y biodiversidad haciendo uso de la forma de acumulación por desposesión o despojo en las zonas rurales apropiándose de tierras y controlando la vida de amplios territorios, subordinando o desplazando a las comunidades campesinas, indígenas y afro descendientes; y comerciando con la salud y la educación dejando sin futuro a millones de colombianos. Uno de los factores para la imposición del modelo, al lado de empresarios y potentados nacionales y de las empresas extranjeras es la profunda inserción económica y social del paramilitarismo y del narcotráfico, que sigue hoy presente, responsables del despojo de millones de hectáreas de tierra y desplazamiento de millones de personas, y la eliminación de las diferentes formas de resistencia.
Con la última crisis del sistema imperialista en el 2008, las economías de los países que recibieron menores impactos fueron aquellas naciones dependientes que ajustaron su estructura económica y política para recibir capitales extranjeros y a su vez garantizaron una fuerte acumulación del Estado que lo convirtieron en socios de los grandes megamonopolios, como es el caso de India y Brasil. Los ajustes económicos y políticos para atraer capital imperialista y los grandes monopolios abordan desde el establecimiento de nuevas condiciones laborales (más y mejores trabajadores) a bajo precio, desarrollo de la infraestructura, cuantificación de recursos, jurisprudencia que permita el juego y grandes ganancias a los inversores y establecer una política exterior abierta que le permita negociar con diferentes países y establecer alianzas regionales e internacionales. Todo lo anterior, beneficia a las clases en el poder y en detrimento de los derechos del pueblo y la soberanía de la nación. La Unidad Nacional de Juan Manuel Santos le apunta a convertir a Colombia en una plataforma de inversión y para ello requiere: 1) reorganizar el territorio urbano y rural 2) promover la inversión en minería, construcción e infraestructura, 3) Ajustar la política social que permita disminuir los impactos del desplazamiento y despojo y ponerla en función de la reorganización de la economía, 4) Garantizar calidad y cantidad de mano de obra enfocada en los renglones económicos definidos para ello requiere reenfocar el sistema educativo, 5) Disminuir la corrupción, la delincuencia común y los bandas de paramilitares, 6) Fortalecer el Estado y mejorar su eficiencia, 7) Mejorar las relaciones con los países vecinos y de la región como la participación en organismos internacionales, 8) Aniquilar a las organizaciones guerrilleras, cooptar el movimiento social y político a su plan y deslindar con la posición uribista y paramilitar.
El reto de convertir a Colombia en plataforma a la inversión imperialista y líder en la región, al que le apuesta la Unidad Nacional de Juan Manuel Santos, choca con los intereses de un sector importante de las clases dominantes representados por Álvaro Uribe Vélez quienes ven afectados sus interés en la puesta en marcha de las metas del Plan de Desarrollo ya que disminuye su poder económico, político y social. Por ello durante estos dos primeros años del gobierno de Santos es lo que ha venido determinando el debate político nacional. También este reto choca contra la nación y el pueblo colombiano que ve ofertado sus recursos, pobladores y territorios a extranjeros, que si bien pueden disminuir la tasa de desempleo y construir un mercado interno ponen en alto riesgo el futuro de las nuevas generaciones y el ambiente cuando hayan saqueado los recursos.
Además se fortalece la arrogancia de los países imperialistas, la soberbia de la gran acumulación de riqueza en manos de unos pocos y el hambre y miseria de pueblos enteros desechados una vez no se registren ganancias para los inversores.